José SARRIEGUI | Campesinos

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Sarriegui, José
1911-1967

Campesinos

Óleo sobre madera, c.1940

62 x 74 cm [89 x 92, enmarcado]

Firmado en el ángulo inferior izquierdo

Categoría:

Descripción

José Sarriegui (Villafranca de Ordizia, Guipúzcoa, 1911-1967). Pintor.

Paisano y amigo de Lekuona, al que hacía 1932 retrató en un lienzo, participó como él en los Certámenes de Noveles de San Sebastián, en uno de los cuales obtuvo una recompensa, y en la Exposición de Arte Industrial que aquél organizó en 1932 en su villa natal. Oteiza le hizo, en 1934, una cabeza monumental; ese mismo año él le hizo al escultor un retrato a lápiz. Adelina Moya califica de surrealista su mural, hoy destruido, para Arcas Gruber de Bilbao. Militante del Partido Nacionalista Vasco (PNV), fue encarcelado por los franquistas. En la posguerra sufrió la influencia artetiana.

[Juan Manuel Bonet: Diccionario de las Vanguardias en España (1907-1936)]

Pintor de referencia de la vanguardia artística vasca, amigo de Nicolás de Lekuona y de Jorge Oteiza, y emparentado artísticamente con Aurelio Arteta. Tomó parte en la exposición Artistas Vascos celebrada en la capital guipuzcoana en la inauguración del Museo de San Telmo. Obras suyas figuraron en la muestra Arte y Artistas Vascos de los años 30 (San Sebastián, 1986) y en la Antología de la acuarela vasca (Bilbao, 1989).

Sarriegui, cuyo nombre era sinónimo de vanguardia pictórica en los años treinta, culto, talentoso, rebelde y nacionalista, no dudó en alistarse como soldado del gobierno vasco durante la Guerra Civil, participando en el batallón Amayur y tomando parte en algunas batallas del frente del norte. Su formación cayó a manos de los italianos en la localidad cántabra de Santoña. Pocos días después, Sarriegui, que había sido ascendido a teniente, fue juzgado sumariamente y condenado a la pena de muerte como autor de un delito de rebelión con la circunstancia agravante de peligrosidad (1937). Encerrado en Penal de Burgos y esperando la ejecución sumaria, en 1940 recibió una noticia que le llenó de esperanza: se le conmutaba la pena de muerte por 30 años de reclusión. Aquel nuevo escenario iba a modificar su vida en prisión. Como un mecanismo de autodefensa, procurando conseguir una sensación liberadora que le pudiera alejar mentalmente de su reclusión tras las rejas, Sarriegui comenzó a pintar en la cárcel.

Junto a otros artistas como los hermanos Lucarini, participó activamente en el taller de arte del penal, después de que su director aceptara la petición que le realizara el artista vasco. Su talento no pasó inadvertido para la autoridad carcelaria que pocos meses después le hizo un encargo de todo punto liberador: decorar la capilla de la cárcel. En 1942, Sarriegui realizó once grandes frescos de temática religiosa; si bien es cierto que alejado del estilo renovador y vanguardista que había caracterizado su obra anterior ya que debió ajustarse a los cánones que le impusieron la autoridad civil y religiosa del penal. Pasajes bíblicos, vírgenes, santos y monjes decoraron la capilla, hoy convertida en sala de reuniones de la cárcel burgalesa. La Última Cena, La Coronación de la Virgen y La Apoteosis, La Anunciación, un Nacimiento, La Sagrada Familia, La Oración en el Huerto, Los Cuatro Evangelistas, la Virgen en diversas escenas iluminan este espacio increíble. Esta Capilla Sixtina de la libertad fue en la que Sarriegui volcó su formación clásica, remedando el hieratismo de la iconografía griega, sus dorados cromatismos y los grandes volúmenes.

Sin embargo, y pese a tener que desarrollar un estilo constreñido por imperativo, se permitió hallazgos que desvelan la grandeza de su arte: Túnicas con pliegues sugerentes, expresiones contenidas, auténticos bodegones inherentes a la escena representada, paisajes naïfs que se dejan entrever tras las ventanas, la composición muy estudiada y acertada, la transmisión de sosiego… demuestran que tras este trabajo se encuentra un pintor de mucha valía. Este improvisado Miguel Ángel vasco conquistó con sus frescos el corazón de la autoridad del penal y por tanto su libertad. Antes de concluir por completo la decoración, recibió la notificación de que se le conmutaba la pena de 30 años por la de 6 años y un día, saliendo en libertad el 6 de septiembre de 1943. Aunque regresó a Ordizia, su pueblo natal, se instaló definitivamente en Bilbao.

Bibliografía:

Ignacio Alonso de Errasti. El Pintor José Sarriegui (1911-1967). Bilbao: BBK, 2001. Colección Temas Vizcaínos, N.º 313-314.

Proedencia:

Colección particular, Navarra